martes, 29 de abril de 2014

Predicación

Domingo 27 de Abril de 2014 – Culto del Pacto
Leer: Juan 20:19-31
P. Maximiliano A. Heusser

El Culto del Pacto fue instituído por Juan Wesley, fundador del movimiento metodista, allá en el año 1755. Wesley lo hizo porque creía que, por lo menos una vez al año, debíamos volver a comprometernos con Dios de una manera especial y profunda.

Hace un par de años una maestra del Jardín de Infantes “Arco Iris” de la Iglesia Metodista en Temperley, nos había invitado a la confirmación de sus votos matrimoniales, cumpliendo recién diez años de casados. Su argumento fue que habiendo tantos matrimonios que se separan, había que festejar la decisión de seguir juntos.

El Culto del Pacto para Wesley tiene que ver un poco con esto. Con la necesidad de confirmar o renovar la elección que hemos hecho. Y si nunca lo hemos hecho, será significativa la decisión que tomemos, en cuanto a nuestra relación con el Señor.

Entremos en el texto del Evangelio de Juan que nos ayudará a reflexionar en este sentido. Tenemos que recordar que en lo inmediatamente anterior, es María Magdalena, quien muy temprano va al sepulcro y ve la piedra corrida. Ella rápidamente informa esto a Pedro y a Juan, quienes corriendo llegan y ven lo mismo. Pedro entra primero y ve el sudario y las vendas y después entra Juan. Ellos no terminan de entender lo que estaba pasando. Jesús se le aparece a María Magdalena y le pide que les cuente a los demás que lo ha visto.

Juan nos dice que sobre el final de ese mismo día, los discípulos estaban encerrados. María les ha contado que habló con él, pero ellos mucho no le creen: “Habla cosas de locos, dice que lo vio”.

Es en medio de ese clima que Jesús se aparece ante ellos y todos lo pueden ver (salvo Tomás). Jesús les desea la paz y les muestra las heridas de la cruz en sus manos y costado. Les dice que como Dios lo envía a él, Él los envía a ellos. Sopla sobre ellos para que reciban el Espíritu Santo. Les da poder, el mismo poder que él tuvo para perdonar y sanar personas.

Conocemos y acabamos de leer el resto del pasaje. Cuando vuelve Tomás, todos le cuentan lo sucedido (como hizo primero María Magdalena) y él no cree, dice que si no ve y toca, no va a creer. Jesús se toma ocho días y vuelve a aparecer en medio de sus discípulos que siguen juntos y con las puertas cerradas. Les vuelve a desear Paz y le pide a Tomás que compruebe, que toque. Y allí la bienaventuranza para aquellos que sin ver creemos en Él. Juan, el evangelista, nos aclara que Jesús hizo más cosas resucitado pero que estas se escribieron para que podamos creer, y creyendo tengamos vida en su nombre.

Cuando leía este pasaje pensaba en lo compleja que es la resurrección. Además de ser el hecho más asombroso del NT, es algo que a sus propios discípulos les cuesta trabajo creer. Lo cuenta primero María Magdalena y mucho no le creen, no hay mucho cambio en el grupo... Se lo cuentan todos a Tomás cuando Jesús se les aparece a ellos, Tomás no cree y el grupo sigue junto y con las puertas cerradas... Finalmente ellos y Tomás creyeron, y es recién ahí, como sabemos, que comienzan a haber cambios...

El hecho de la resurrección, en cuanto el “si” de Dios al proyecto vivido y sostenido por Jesús en sus enseñanzas y ministerio es un hecho complejo, porque nos debemos dejar afectar por él. Debemos dejarnos afectar por el Jesús resucitado. Y recién ahí podremos vivir los cambios necesarios en nuestra vida...

Hace poco escuchaba a un especialista en neurología que hablaba del funcionamiento del cerebro en cuanto a la memoria. Afirmaba que uno no recuerda cualquier cosa, suele recordar mucho más aquellas cosas que tienen un valor afectivo, una carga emocional. Aquellas cosas que fueron significativas.

Históricamente los cristianos afirmamos una y otra vez la resurrección del Señor. No sólo como un hecho histórico, sino mucho mejor, como un momento significativo y cargado emocionalmente para la vida de la cristiandad. Por esto nadie olvida la resurrección... Porque es un hecho que afectó la vida de los discípulos y afecta de la misma manera nuestra propia vida, si es que se lo permitimos...

Decíamos el domingo pasado que la cruz vacía, la cruz que nos recuerda la resurrección del Señor, era una pregunta que se levantaba en el aire. Es una pregunta que hoy vamos a intentar responder. No es una pregunta sencilla, es una pregunta importante, de esas que uno tiene que meditar, de esas que uno piensa mucho...

Si no me equivoco, la madre de Einstein, cuando éste volvía de la escuela, no le preguntaba qué había aprendido, sino qué había preguntado. De ahí que este gran pensador hablara siempre de la importancia de hacer y hacerse preguntas.

Sigue en pie la pregunta que nos hace la cruz vacía de la resurrección: ¿Me seguís?

Un comentarista bíblico explica: “No nos dice [Juan] el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús, con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar la fe de cada discípulo”.

Se trata entonces de poder pasar del creer liviano al creer comprometido. El creer liviano puede ser aquél que piensa que hay algo más allá. Aquél que está de acuerdo en que una mente superior debe haber creado todo el mundo y el universo. El creer liviano es aquél que puede venir a la Iglesia pero no es movilizado por el Evangelio. Es el famoso o famosa “calienta bancos”.

Si los discípulos no se hubieran dejado afectar por la resurrección, sus vidas nunca hubieran cambiado tanto. Si los discípulos no hubieran respondido con sus vidas al Jesús resucitado, hoy no habría ninguna iglesia cristiana. Y además, nadie sabría que un tal Jesús Nazareno murió en una cruz en el Gólgota, ni sabría por qué murió, ni lo que hizo y enseñó en su vida.

En este Culto del Pacto que celebramos hoy, nos toca a nosotros y nosotras decidir si vamos a dejarnos afectar por el Jesús resucitado o nos vamos a quedar “en el molde”, como se suele decir…

Es Jesucristo resucitado quien nos invita a sumarnos a su proyecto. Es Jesucristo quien nos invita a sumarnos en la búsqueda de su Reino en medio nuestro. Y esto no de palabra nada más, sino que debe ser respondido con nuestra vida. Como dijo el comentarista, “abrirnos a las implicaciones que tiene la fe”.

Quiero terminar con este poema del Obispo (e) Federico Pagura: “Solitario”. Luego tendremos unos minutos para orar en silencio, pensando a qué nos comprometemos en este Pacto con nuestro Señor.



Si supieras
Cuánto te ama el que te ha creado,
Que jamás te ha abandonado,
Que jamás te dejará.
Si supieras
Cuánto sufre por tu ausencia,
Cómo aguarda con paciencia
Que lo vuelvas a encontrar,

No andarías
Arrastrando por el mundo
Ese gesto iracundo que no oculta tu dolor
No andarías
Consumiendo tu existencia,
La sagrada y rica herencia
Que la vida te entregó.
Hallarías lo que tanto añora tu alma,
la alegría de vivir,
la paz del perdón.

¡Solitario!
No te escondas en la masa,
No te pierdas en el ruido
Y el sopor de la ciudad
No te olvides
¡Aturdido!
Rompe al fin tu indiferencia,
Deja que entre a tu conciencia
Un rayito de verdad.

 ¡Solitario!
No te des al abandono
Ni te engañes con razones
Que no son la realidad.
¡Descreído!
Morirás de pena y frío
En la cárcel de tu hastío
Si no aprendes a confiar.

Si supieras
Que esa cruz que cuelga al pecho
De tu cuerpo ya deshecho
De rodar y de rodar,
No es adorno
Ni fetiche ni amuleto
Sino clave de un secreto
Que te puede libertar.

¡Contémplala!
Son dos brazos que te invitan,
Es Dios mismo que te cita
Al refugio de su hogar.
No le aflojes,
Sacudí tu altanería,
Que ante Dios no es cobardía
Nuestro orgullo doblegar.
No te olvides
Que la vida se nos pasa
Y con ella la ocasión
De un nuevo empezar.
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