lunes, 23 de julio de 2012

Predicación Cerro de las Rosas. Domingo 22 de Julio de 2012.

8º de Pentecostés.

Textos: Marcos 6.30-34 y Jeremías 23.1-6.

Tus manos hacen la diferencia.


Festejamos los otros días, si bien es una fecha puramente comercial, el “día del amigo”. Amigos y amigas a los cuales recurrimos en nuestras necesidades, alegrías y distintas circunstancias y estados de ánimo. A medida que el tiempo va pasando vamos viendo y ponderando a unos u otros, sus limites y quizás los nuestros en esas amistades que el Señor seguramente pone a nuestro alcance.
La agenda de Jesús, como vos verás en la tuya también, siempre está llena de cosas. En su caso, está marcada y llena de trabajos diarios y de relacionamiento permanente con las necesidades de otros. Necesidades para cubrir y suplir desde el amor y la “compasión” (el padecer junto con…) hacia quiénes más necesitan.

Daría la sensación, en esta escena tan colorida que pinta Marcos, que poco es el tiempo que le queda al maestro para la reflexión personal o aún que más no sea para comer, como nos indica el evangelio de Marcos. Pero es evidente que Jesús por más cansado y hambriento que esté es capaz de cambiar su agenda con tal de satisfacer las demandas de la gente.

¿Qué demandas tendría la gente? Este evangelio en particular no nos habla hasta ahora de qué les pasaba, lo cierto es que lo siguen y logran llegar antes que él y sus discípulos a la otra orilla.
Frente a este panorama la 1ª intuición del maestro ¿cuál fue?, fue la de enseñar. Enseñó porque tuvo compasión de ellos. Estaban como ovejas sin pastor, estaban con estudiantes sin maestro que les marque el camino, qué hacer o en qué confiar o para donde seguir la vida.
Al igual que ahora la expectativa de la gente no estaba satisfecha. Al igual que ahora, la oferta del Evangelio no salía a competir con las demás ofertas del mercado. El sentido de tu vida no es algo que se rife en algún mercado, aunque para muchos esto pareciera ser así y se ofrecen como “ofertas” de desecho en cualquier parte.

Los apóstoles venían de una campaña exitosa donde el proclamar la Palabra había sido bien recibida aún en medio de las trágicas noticias de la muerte de Juan el Bautista. El proclamar la Buena Nueva es algo que trae consecuencias inevitables en la vida de uno. En la de ellos particularmente en vidas que no vuelven a ser las mismas.
El dato concreto que se desprende de este evangelio en particular es esto propio de Jesús: ve las necesidades, las entiende y actúa en consecuencia. La vida de fe ayuda para potenciar este mecanismo “talentoso” que Dios pone en todo ser humano de vivir una vida compartida más allá de nuestros egoísmos.
Durante siglos la crítica de Dios a sus líderes terrenales era que no se comportaban como tales, o tal como lo expresaba Jeremías tan duramente, como pastores que no cuidan su rebaño ni se hacen cargo de sus necesidades diarias.

Un cuento muy lejano en el tiempo, habla de dones, talentos y responsabilidades frente a lo regalado, del siguiente modo: “Estaba golpeado y marcado, y el rematador pensó que por su escaso valor, no tenia sentido perder demasiado tiempo con el viejo violín, pero lo levanto con una sonrisa. "¿Cuanto dan por mí, señores-grito-quien empezara a apostar por mi??.......... "un dólar, un dólar" después, dos. ¿Solo dos?
"dos dólares, y quien da tres? ........tres dólares a la una, tres dólares a las dos; y van las tres...." pero no, desde el fondo de la sala un hombre canoso, se adelanto y recogió el arco; luego después de quitar el polvo del viejo violín, y estiro las cuerdas flojas, toco una melodía pura y dulce como un coro de Ángeles.
Ceso la música y el rematador, con una voz silenciosa y baja dijo:"¿cuánto me dan por el viejo violín?" y lo levanto en alto con el arco. "¿mil dólares, y quien da dos?" ¡dos mil ! ¿y quien da tres? tres mil a la una; tres mil a las dos; y ya se fue ",dijo. la gente aplaudía, pero algunos gritaron, "¡no entendemos bien,¿que cambio su valor?" la respuesta no se hizo esperar: "¡la mano del maestro!" y mas de un hombre con la vida desafinada, golpeada y marcada por el pecado, como el viejo violín, se remata barato a la multitud incauta. Un "plato de lentejas", una copa de vino, un juego y sigue viaje. "se va " a la una y "se va", "se va" y casi "se fue". Pero llega el maestro y la tonta multitud no llega a entender por completo el valor del alma y el cambio que elabora la mano del maestro

Este fuerte testimonio de entrega que marca el Evangelio es la diferencia. Como dice el apóstol Pablo en sus cartas: “somos embajadores de Cristo” en todo tiempo y lugar. Mientras yo no haga o no realice nada en particular a favor de la fe que Cristo me dio, la misma es como un viejo violín guardado para el remate. No hay forma de descubrir el valor de algo hasta que esto no se utiliza. Por ese mismo motivo lo primero que Jesús pone en práctica es el Don de la enseñanza que su Padre le dio.
Cuántos serán los dones que Dios pone en nuestras manos a partir de Cristo. Dones por los cuales nosotros también nos convertimos en consoladores, maestros y maestras de aquellos que están como ovejas sin pastor. La oferta del evangelio no debiera competir en el mercado, ni rifarse al mejor postor; esta siempre presente en nuestras manos, como para los apóstoles, como para Cristo, dispuesta a ocupar los espacios de sanidad que otros necesitan, los espacios de ignorancia que el mundo trata de llenar con más ignorancia.
La oferta del Evangelio está presente en nuestras vidas para que demos cuenta de ella. En todo esto habrá seguramente un don que Dios te ha dado frente a lo cual, aún la mejor oferta del mercado no puede llegar.
La diferencia está en tus manos y entrega confiada a lo que Dios puede sacar de tu interior. Que este sea una buena semana para que descubras la música que hay en tu interior. Amén.

P. Leonardo D. Félix
Córdoba, Julio de 2012.

Predicación Cerro de las Rosas. Domingo 15 de julio de 2012.

7º de Pentecostés.

Texto: Marcos 6.14-29

La iglesia que multiplica


Quizás si nos tuviésemos que preguntar cómo comenzaron nuestros primeros pasos en la fe, seguramente tendríamos distintas y muy variadas experiencias: como niños cuando nuestros mayores nos llevaban a la iglesia, como adolescentes cuando íbamos a jugar al volley a la iglesia los sábados, ya casados o buscando casarnos, o bien, llevados por nuestros propios hijos o nietos. Las formas que Jesús elige para acercarnos a él son tan variadas como gente se convierte y lo conoce.

Así y todo, más allá de la diversidad de formas y momentos, hay principios que debemos reconocer como comunes a la experiencia de conocer a Cristo y embarcarnos en el discipulado y seguimiento.
Recordemos como comienza para Juan en su Evangelio, el ministerio público de Jesús. Una fiesta de bodas en Caná de Galilea y claro, sabemos que su fin de ministerio fue con otro banquete, el compartido con sus íntimos en el aposento alto.

Para los discípulos, sus ministerios particulares y grupales están marcados por estos dos acontecimientos obviamente, pero también por dos hechos profundos, dolorosos y fuertes; por un lado la muerte de Juan el Bautista luego que regresan de su primera misión (texto visto el otro domingo en Marcos 6.7-13) y por el otro, la muerte y resurrección de Cristo, no como final de la tarea, aunque si de una etapa única, sino como puntapié fundamental para entender el desarrollo de toda la iglesia a lo largo de los siglos.
En realidad, ambas cosas se juntan en la vida de un creyente; la alegría y gozo de la fiesta que produce la salvación y por el otro, o junto con, esta fuerte experiencia de anunciar a otros a Cristo y mostrar nuestra fidelidad única y excluyente.

En verdad, si no entendemos la fidelidad única y excluyente1 como inherente al discipulado cristiano, difícilmente sabremos lo que es el dolor del testimonio público y la alegría de la fiesta compartida en comunión.

Todo esto que contamos se enmarca con lo que relata Marcos en el Evangelio, que es digno de las mejores telenovelas. Acá las tenemos resumidas en pocos versículos. Herodes en realidad no era rey sino tetrarca (un puesto bastante por debajo del rey) y había hecho lo imposible para separarse de su mujer, a la sazón hija de un rey árabe, y por el otro lado, Herodías casada con Felipe, hermano de Herodes, también hizo lo imposible por separarse de éste para, en definitiva, estar junto a Herodes (su cuñado) y comenzar una nueva relación. ¿interesante verdad?
Lo cierto es que a los ojos de cualquier judío piadoso de la época esto era pecado y claro, Juan estuvo dispuesto a denunciarlo como tal.

Más allá de lo anecdótico de la telenovela en formato Biblia, por así decirlo, la tarea de fidelidad a Dios y dar testimonio de esta salvación nunca fue cosa simple y liviana.
La iglesia cristiana a lo largo de los siglos, ha deambulado entre dos canales que siempre están en una tensión dialéctica. La coyuntura que le toca vivir (en lo político, social y económico) y la militancia piadosa y comprometida dentro y fuera de la misma.
Esto que le pasa a Juan el Bautista, es algo parecido que podemos encontrar a lo largo de la historia infinidad de veces, con otros actores de distintos colores pero siempre con la misma pregunta, ¿cuál es la responsabilidad del creyente frente a los pecados de otros, más cuando estos ocupan espacios de poder?
Esta pregunta se ha resuelto siempre de distintas maneras. Obviándola o bien, tomando partido en la denuncia concreta de hechos que, más allá del marco moral del tiempo que nos toque vivir (dato que siempre cambia culturalmente), resignan la voluntad de Dios a un espacio de menoscabo y sin importancia.

Las decisiones concernientes al mundo que nos rodea y las acciones que tomemos, a veces son luchas aisladas y solitarias, y en otros casos, efectos multiplicadores para otros y otras. En este sentido, es la iglesia de Cristo la que puede y debe abrirse paso para multiplicar y no para restar.
Es la iglesia agente multiplicador cuando la misma en su propia diversidad de pensamientos, estilos y formas toma la iniciativa y además de acompañar, lidera espacios nuevos de pensamiento y confrontación.

Herber MacCabe, escritor inglés decía hace un tiempo atrás: “hay una gran cantidad de cristianos que no tienen interés en la política. Pero si su cristianismo es real, los políticos empezarán a estar interesados en ellos”2
Ser creyente es una opción que no puede o debe pasar desapercibida. Todo creyente tiene en sí la enorme posibilidad de denunciar los hechos y acciones contrarios a la Palabra de Dios y por ende, anunciar el gozo de la Buena Nueva encarnada, desde la comunión compartida del banquete nupcial.

Ser parte del pueblo de Dios en Cristojesús, es ante todo, saber que nuestro ministerio personal y comunitario comienza como una fiesta que nos prepara para el fuerte impacto del testimonio del discípulo militante de su fe y, aunque no sepamos cómo ni de que modo el final llegue, siempre será en la plena convicción de un banquete en donde la intimidad con Dios queda garantizada y sellada con su sangre y cuerpo, más allá de nuestras diferencias y asumiendo nuestras coincidencias. Amén.

P. Leonardo D. Félix
Córdoba, julio de 2012.

lunes, 14 de mayo de 2012

Culto Domingo 13 de mayo


Predicación en el Cerro de las Rosas.
Domingo 13 de mayo de 2012. 6º de pascua.

Texto: Juan 15.9-17

Amigos así, los deseo

Hace poco tiempo atrás, leyendo un reportaje que le hacían al cantante español Joaquín Sabina, él se refería a otro cantante, argentino esta vez (Juan Carlos Baglietto) y su única expresión para definir su amistad fue: “amigos así, los deseo….”

Interesante forma de expresar este afecto entrañable que muchas veces sentimos por aquellas personas que Dios nos regala en la vida como hermanos y hermanas de un mismo camino. Nos podremos distanciar un tiempo, ir y venir, pero hay amistades que ni los años ni las distancias corrompen. Algo así sucede con esta relación que Jesús establece con fuerza para la vida de sus discípulos: es algo incorruptible a lo largo del tiempo…

Como podemos ver, desde el texto del domingo pasado (Juan 15.1-8, “la vid y los pámpanos”) a esto que hoy vemos, Juan en su Evangelio profundiza en su estilo narrativo una temática que de buenas a primeras parece repetirse pero que, en realidad, agudiza la explicación en esta relación única que tiene Jesús con su Padre y por ende, con cada uno de nosotros.

Estoy convencido que, este modo de relacionamiento que implica la unión no sólo en espíritu, sino en las mismas raíces de un mismo tronco, nos aporta a nuestra manera de relacionarnos día a día, a nuestra manera de ver, practicar y concebir un amor fraterno distinto.

El derecho de permanecer (9-11). Cabría siempre preguntarse por este amor del Padre del cual habla Jesús que es el mismo que el tiene por nosotros. ¿Un amor hasta las últimas consecuencias? Si, definitivamente que sí; la fuerza del evangelio y su mensaje radican justamente en este dato fuerte, no solo desde las emociones, sino desde algo planificado, hecho con propósito desde el principio de los tiempos. El “permaneced” de Jesús es un imperativo. No tiene otra opción posible que ser de este modo. Es este imperativo de Dios amando a su pueblo, lo que invita a revisar nuestras propias acciones y mandatos. ¿A quiénes amamos? ¿hasta dónde se ama? Teresa de Calcuta diría que: “hay que amar hasta que te duela”. Esta frase es tan fuerte como la anterior porque sintetiza nuestra experiencia humana de amar.
Del mismo modo que tenemos mucha gente, muchos cristianos y cristianas en realidad, que avanzan con temor al “amar” a otros y las acciones concretas que esto conlleva, tenemos muchos otros y otras que expresan esto en forma incondicional por un hecho que es superador de nuestra propia voluntad; la relación entre Dios y su Hijo.
Desde este lugar, desde este vínculo fuerte y eterno es que podemos entender que, más allá de nuestras decepciones cuando amamos, perdonamos y volvemos a intentar el amar a nuestro prójimo, es este amor el que garantiza algo más que felicidad, otorga gozo y sentido de cumplimiento en el mandato recibido.

No puedo dejar de preguntarme y de preguntarles, ¿Cuáles son hoy tus dificultades al amar a otros/as? ¿hasta que punto ese amor sacrifico tiempo, dinero y ganas en pos de dar testimonio del evangelio recibido?

No solo hijos, sino también amigos (12-14). Curioso resulta también el vínculo nuevo que Jesús realiza con sus discípulos. No ya el maestro de la ley exclusivamente, no ya el Dios omnipotente encarnado, sino el amigo que camina con ellos. Para cada uno de nosotros, esta experiencia de la amistad debe tener seguramente nombres, caras y gestos claros a lo largo del tiempo en donde ese amor y lealtad se encarnan. Ahora para los discípulos de Jesús, pasaría exactamente del mismo modo. Hablar de amistad, se convertía en sinónimo de “yo soy amigo de Jesús” y muchas frases más aprendidas desde niños o que escuchamos en otros lados.
Una amiga mía siempre me dice la frase: “buena cosa tenernos en la vida” Y de esto se trata la vida. Tenernos como sinónimo de “contar con…”, saberse acompañado/a, saberse resguardado en el afecto y la confidencia de los unos con los otros. Por esto mismo, el amor de Jesús a nosotros tiene fuerza de mandamiento. Porque es un amor que no puede ni amerita ser traicionado en ninguna circunstancia, porque es la traición de ese mandamiento lo que provoca la crucifixión del Cristo. Es esa traición de la amistad otorgada lo que provoca la muerte de nuestras relaciones y de la esencia misma de la Buena Nueva que Cristo trae.
Quizás, en función de esto que tanto nos cuesta mantener, como la lealtad y fidelidad al amor en Cristo encarnado en otros/as sea un buen punto por el cual también orar y preguntarnos: ¿Hay traiciones que nos duelen aún en nuestra vida? ¿Hemos sido desleales a ese amor recibido? ¿Cómo te ayuda la fe a superar esto y renovar tus afectos?

El avanza, y te llama a avanzar también (15-17). Y si, efectivamente el avanza en esta relación y es Jesús mismo quién nos elige sin mediar preguntas ni preámbulos. ¿por qué? Por la sencilla razón que ama incondicionalmente a cada uno de nosotros. No solo los que son parte de la iglesia en la cual estás u otras. Simplemente ama en profundidad, como con la viuda de Naín que perdió a su hijo, como con el ciego Bartimeo, como con la mujer hemorroísa, como a Judas mismo. En esta amistad que Dios quiere establecer con cada uno de nosotros también hay propósito claro y definido: llevar frutos y que estos permanezcan, que sean reconocidos como tales en nuestros actos y que los mismos sean de bendición para otros y nosotros mismos.
Así como todo árbol bueno produce frutos buenos, y todo árbol malo produce frutos malos, del mismo modo una amistad sólida y confiable (durable y permanente diríamos también), produce vínculos que están más allá del tiempo y las distancias.
Jesús llama una y otra vez a poder disfrutar de este nuevo vínculo que nos regala. Hacernos cargo del regalo, fructificarlo y practicarlo es lo único que se nos pide. Porque es esta unión con Jesús y por ende con el Padre, lo que nos da la certeza de una vida con sentido, de una vida plena donde haremos algo más que atender a nuestras propias necesidades y deseos.

Orando con estas palabras de Jesús, también me pregunto: ¿Cuál fue la última vez que yo ofrecí mi amistad a alguien con todo lo que esto implica? ¿cuál fue la última vez que alguien detecto mi soledad y mi deseo de ser acompañado/a en algo más allá del interés momentáneo que generan muchas relaciones entre nosotros?

Parafraseando a J. Sabina, yo también diría, “amigos como Jesús, los deseo en mi vida…” Y quiera el Señor poblar nuestra vida de estas amistades y que nosotros en nuestra propia vida, podamos ser testimonio de amistad y amor con aquellos que nos necesitan. Amén.

P. Leonardo D. Félix

miércoles, 9 de mayo de 2012

Contenido del Boletín de Mayo 2012


Carta pastoral. Echando en Sus manos…



Por momentos daría la sensación, en nuestra omnipotencia diaria que, dejar las cosas cotidianas en manos de terceros, es algo así como desentenderse del tema, como mirar para otro lado y que otro, en el mejor de los casos resuelva.

Desde la fe, y la promesa que nos hace Su palabra, el echar en manos de Dios no es un juego de desidia que hacemos con El, no es un “no me importa más nada”, por el contrario, es un buen momento de nuestra oración íntima con El, poder confiar en que su presencia es real, cotidiana y cercana a nuestra vida, y no solo cuando estamos en apuros y ya probamos todo, y cansadamente decimos: “bueno, ahora te toca a vos, yo ya no sé que más hacer”

Fue bueno, en este sentido, el haber sometido nuestra asamblea local del pasado domingo 22 de abril a Su voluntad y haber orado durante varios meses previamente a la misma. Oración que trajo como resultado, consultas, nuevas ideas y claro, un espíritu unánime en nuestras decisiones como comunidad de fe en el Cerro de las Rosas.
Desde que estoy con ustedes es la primera vez en 9 asambleas locales que, cada uno de los cargos fue electo a mano alzada y por aclamación, esto es, con votos unánimes en las personas propuestas para cada función sugerida.
Este dato habla de madurez, pero también de confianza, de plena certeza en que, los/as hermanos/as electos, nos representan y cuentan con nuestras oraciones para la fortaleza diaria de sus tareas.

Escuchar la voz de Dios en nuestra vida, es un ejercicio de búsqueda permanente, de discernimiento y de atención esmerada… en eso trabajamos este año, desde la educación cristiana orando todos los domingo a las 22hs., desde los jueves en las reuniones de Estudio bíblico, con los jóvenes, y con las mujeres y hombres en Mosconi.
Que sea este tiempo, tiempo de compartir y que nos cuentes también cómo van tus momentos de oración personal, con la familia, o bien con los vecinos. Iglesia que ora, es comunidad que encuentra caminos y es bendecida….

P. Leonardo Félix



De nuestra Asamblea Local.


El pasado domingo 22 de abril, pudimos vivir y disfrutar de nuestra asamblea anual como iglesia metodista en el Cerro de las Rosas.
Fue un tiempo de compartir lo hecho durante el 2011, de discutir los temas tratados, y de sentir ciertamente que, más allá que un año sea más difícil que otros, el Señor no cesa en Su fidelidad a una iglesia que lo escucha con atención.
Damos gracias especialmente por nuestras hermanas Cristina Fillaster y Ana María Bustos, que presidieron y tomaron actas de la asamblea, y por Guillermo Tallarico y Elda Parry que aceptaron el desafío de ser parte de la Junta Directiva por los próximos dos años. Y en esto sumamos también, a Gabriela Matos y Susana Fino que formarán parte, también por dos años, de Relaciones pastorales y por Cristina F. y Lucrecia Sánchez que integran el nuevo comité revisor de cuentas.
Y claro, también agradecemos por la vida de Eli Bombini, Nahuel de Nully B. y Bruno Rusca que dejaron sus funciones en la Junta Directiva y por Hilda Martínez y Marina Sipowicz quienes fueron parte hasta esta asamblea, de relaciones pastorales.

Asamblea Distrital.


El pasado sábado 21 de abril también pudimos tener nuestra asamblea como distrito Córdoba coordinado por la Pastora Silvina Cardoso, contando con la presencia del Superintendente, P. Hugo Torredefló y hermanos de las distintas iglesias de Córdoba y Alta Gracia.  
Damos gracias a Dios por el tiempo vivido de comunión en la iglesia de Alta Córdoba, y por nuestra hermana Hilda Martínez como delegada a la misma.

lunes, 30 de abril de 2012

Predicación Cerro de las Rosas. Domingo 29 de abril de 2012.



4º de Pascua.

Texto: Juan 10.10-18 y 1ª Juan 3.16

Un amor comprometido y generoso.

En nuestro mundo actual, al igual que en los tiempos de Jesús, no siempre era fácil distinguir lo bueno, de lo que en apariencia también es bueno.
La idea de Jesús, el rebaño y el corral, tiene las más variadas tradiciones. Quizás sea bueno recordar que el corral en griego, deriva de una palabra que es “ethos”. De ahí viene nuestra palabra “ética” hoy día…ese lugar por donde las ovejas se mueven y en donde Jesús mismo es la puerta de entrada y salida al mismo. Cualquier intento de saltar las vallas sin usar la puerta de acceso que Jesús mide y regula, siguiendo con la imagen alegórica sugerida, tendrá riesgos de todo tipo. Uno de ellos, salir sin más, olvidando que el mismo ejercicio de movimiento se puede hacer a diario con el resguardo y la mirada atenta del pastor que ama, cuida y protege a sus ovejas.
Volviendo al texto tan conocido del buen pastor, saquemos al menos, algunas preguntas que nos ayuden para madurar nuestra vocación comprometida con el Reino.

Asumir la tarea como propia (11-13): una vez más, Jesús asume para si, los rasgos del AT tantas veces mencionados, esta vez como el Buen Pastor (cf. Jer.23 y Ez.34) que, uno de sus rasgos distintivos es, su estado de pertenencia al rebaño de ovejas y de éstas, a él.
En contrapartida, el asalariado, aquel que no es dueño de esas ovejas, no las considera como suyas, huye y no pone en riesgo su vida.
Esta tarea del cuidado de Jesús hacia cada uno de nosotros, tiene un elemento que subordina toda la tarea y la hace posible (leer 1º Juan 3.16). El amor es el elemento diferenciador de su tarea. Es ese amor que “obedece” al Padre, lo que le da autoridad sobre los que son suyos…
La vida de fe, en la comunidad misma, tiene un dato siempre pedagógico y presente. Adueñarnos de ese amor compartido que es eje de nuestra vida. Aquello que no podemos amar, tampoco lo podemos sentir como propio. Porque justamente, el amor, al decir de un poeta cubano: “se adueña, conquista….”
Es este sentirnos dueños de las tareas encomendadas lo que nos permite tener la pasión y firmeza necesaria para cada cosa nueva que se presenta. Y hablo de tareas porque de eso encargado, somos dueños en nuestra responsabilidad frente al Señor en todo momento.
Siempre es válido preguntarnos, ¿cuáles son las tareas en tu vida de las cuáles te sentís dueño/a? o lo que sería parecido preguntar, ¿cuáles aquellas que te apasionan? ¿es la fe algo que te ayuda en este discernimiento?

Una comunión más allá de nosotros mismos (14-15): parafraseando al teólogo francés, Oscar Cullmann hablando del articulado doxológico de, “en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo”, la experiencia nuestra de cada día, hace el camino inverso y comienza desde la intimidad de un espíritu que nos revela la obra de Cristo y este a su vez, nos hace conocer al Padre.
Es importante entender los datos teológicos fuertes y presentes, la fuente de nuestra comunión esta dada en la comunión del Padre con el hijo en una expresión eterna en el amor que se refleja en el encarnado. Es esta experiencia de amor filial que da la razón de entrega del hijo (“doy mi vida por las ovejas”). Si bien nuestros afectos en la comunidad son más que importantes, y también rectores del como nos sentimos cada vez que estamos juntos, los mismos solo se pueden sostener como testimonio del evangelio, desde esta relación antes descripta. Caso contrario, lo nuestro es un mero voluntarismo que nos acerca más a un club de buenos amigos que, a una iglesia confesante de Cristo. De qué otro modo podríamos practicar este amor “entregado” los unos con los otros.
Por ende siempre es bueno preguntarnos por el alcance de este amor los unos con los otros en acciones concretas de la comunidad, ¿hasta qué punto perdonamos las acciones de otros/as? ¿Hasta que puntos somos solidarios y responsables de lo que les va pasando a nuestros hermanos? Sean o no parte de mis “amigos favoritos” por así decirlo, dentro de la congregación en la que estoy…

El amor es obediente, a pesar de… (16-18) la iglesia de Jesucristo, una vez más, es el punto bisagra en la historia, el punto de partida para entender donde estamos parados y dónde nuestras lealtades.
Cuando Jesús habla de reunir a las ovejas de otro redil bajo un solo pastor, esto no se trata de un proyecto único de iglesia, bajo la autoridad de un fuerte liderazgo carismático. Esto sería negar la diversidad de dones del “Cuerpo de Cristo”. El propósito tiene que ver con una sola lealtad, una sola fidelidad que de mayor profundidad y comprensión a nuestro amor cotidiano y al que expresamos en la vida comunitaria.
Un amor obediente a la cruz, como es el caso del sacrificio de Jesús mismo, permite un reencuentro con el otro distinto, con el impensado, aún más allá de nuestras fuerzas y voluntades. En este caso, es el amor el punto de superación permanente que Jesús nos brinda a cada instante.
Por esto mismo, las comunidades de fe, militantes en ese amor, sincero, leal y fiel a su pueblo, damos testimonio de la libertad, de la diversidad y la entrega cotidiana por otros, así como de proyectos que vale la pena seguir cuidando y defendiendo de salteadores y “ladrones”.
¿Cuáles son esos actos generosos de amor que te muestran claramente el amor de Cristo en esta comunidad de la que sos parte? ¿Cómo se manifiesta el Buen Pastor que está junto a tu iglesia?

Que Jesús nos acompañe en esta meditación a lo largo de la semana y que podamos encontrar los modos de hacer efectivo un amor del cual queremos apropiarnos y brindar a los demás. Amén.



P. Leonardo D. Félix
Córdoba, abril de 2012

sábado, 3 de marzo de 2012

Culto domingo 12 de febrero

Predicación Cerro de las Rosas. Domingo 12 de febrero de 2012.

Texto: Marcos 1.40-45.

Un afuera que se transforma desde adentro

¡Cuántas formas tenemos de injuriar y denostar a otras personas! Yo no las tengo
contabilizadas, quizás uds. Tampoco; no porque no tengamos interés en ver y entender
quién insulta a quién o quién nos tiene por menos en la vida. No pasa por esto.
Perdemos la perspectiva de las injurias cotidianas por la sencilla razón que las mismas
se “naturalizan” a nuestro modo de vivir.

Es común que para tales o cuáles cosas digamos: “Y esto, sólo un negro lo puede
hacer…” o peor aún: “no se peleen, parecen judíos…”1. Supongo que todos tendremos
sobrados ejemplos.

La idea del texto de este domingo es seguir dialogando con lo que veíamos la semana
pasada (Marcos 1.29-39), con los endemoniados, la experiencia de la fe en la intimidad,
hacia fuera y la tensión entre ambas acciones.
Las experiencias de enfermedades no son cosas queridas en la vida de nadie pero,
evidentemente las mismas son parte de lo que nos pasa por la sencilla razón que somos
seres humanos y las mismas hablan de nuestra fragilidad cotidiana.
Hoy quizás la lepra no es un estigma social como lo podría ser el SIDA o bien,
enfermedades mentales de distinto orden (Alzheimer, Bipolaridad u otras). No lo es por
el mero hecho que tiene un nivel de contagio y propagación totalmente controlado y
tratado.
Y habitualmente aquello que estigmatizamos, es aquello que tememos, que no podemos
manejar a ciencia cierta o simplemente escapa a nuestro control. De ahí que sean tantos
nuestros prejuicios cotidianos, ¿no les parece así?

Veamos como funciona en el texto en tan pocas palabras.
El leproso va caminando abiertamente y le habla a Jesús sobre “su querer”. Jesús quiere,
lo limpia y ahí en apariencia concluye la acción. Claro, con la aclaración que el leproso
no cumple desde el primer momento de “no hacer comentarios en ningún lado sobre la
sanación hecha.
Algunos datos sobre los cuales meditar, orar y poder trabajar en nuestras vidas y en la
de nuestras comunidades de fe.

Construcción de un testimonio irrefutable. Es importante notar que, el leproso en su
tiempo debía ir anunciándose desde lejos con un cencerro y advirtiendo que estaba
enfermo. Tratar de imaginar esta escena es simplemente aberrante. La debilidad y las
peores partes de la enfermedad, no así la condición humana o su interior, expuestas a la
opinión, el maltrato y las críticas de las demás.
En esto la misericordia de Cristo no se hace esperar y se obra un hecho poderoso. Hay
un querer rescatar al otro de la situación de vejación y humillación que vive y claro,
también de su enfermedad evidente. Nuevamente se muestra una señal del Reino
ineludible: misericordia y respuesta concreta al problema.
Jesús construye su testimonio público como Hijo de Dios en función de lo que los demás no hacen, de lo que los demás no están dispuestos a tocar u ofrecer. De hecho, la
iglesia cristiana, construye a lo largo de los siglos su testimonio en el tiempo ofreciendo
lo que este mundo no puede dar bajo ningún concepto. En un querer determinado, en
una voluntad anhelada de ayudar a otros.
Por ende, buena cosa preguntarnos en este tiempo: ¿dónde está el querer de nuestra
iglesia? ¿Cuáles las situaciones que nos conmueven y nos movilizan?

Vidas recuperadas. En el caso del leproso, queda claro que su enfermedad desaparece
porque, “queda limpio”. ¿Cómo sería el caso si lo que está en el fuese algo interno
(pecado, virus u otro elemento)?
Era fácil condenar en ese tiempo (y seguramente en el nuestro también) lo que se podía
ver y palpar como síntomas de enfermedad. Esto a su vez tenía el riesgo de dejar pasar
aquellos elementos también nocivos pero que no son fácilmente detectables (por ej. La
lascivia, la mezquindad, las malas intenciones y otras) son solo detectables cuando las
mismas producen hechos concretos que son desaprobados por otros.
Por esto mismo, el acto de misericordia interno de ver necesidades ajenas, es un
facilitador en muchos casos, del poder ver hacia fuera elementos que a simple vista no
se detectan.
Bajar el umbral de nuestros prejuicios, dejar de naturalizar a la enfermedad, pobreza o
color de piel te permita poner el foco en aquello que el mundo no detecta y que son los
elementos de los cuales muchos no están dispuestos a ser liberados o sanados. ¿por qué?
Por el hecho que, en nuestro tiempo, la mezquindad es la virtud del ahorro, la lascivia
el don de apreciar la belleza y así sucesivamente.
Poder enfocar claramente tu querer y anhelo en el Señor viendo al que sufre y
necesita de vos en todos los sentidos posibles, te permite luego, ver los demás detalles
circundantes.
Por esto me preguntaba: ¿cómo es nuestra comunidad frente a esto? ¿Vemos y
detectamos lo que va pasando en otros, en nosotros mismos?

Vivir la intimidad con Dios para cambiar el afuera. Ambos datos se conjugan
finalmente en el corto relato de Juan Marcos donde nos describe los prejuicios de su
tiempo.
Por un lado el anhelo de ver el oprobio ajeno como propio y por el otro, confrontar
el cambio de vida (en este caso el que estaba enfermo ahora está sanado) a los
estamentos “oficiales” del tiempo que nos toca vivir (en este caso representado en la
Sinagoga y la presentación del sanado frente a los sacerdotes del templo.
Todos nuestros cambios internos, que la misma fe vaya produciendo en esa cercanía con
Jesús, se reflejan tarde o temprano en el afuera. El afuera de tu trabajo, el afuera de tus
amistades, el afuera de tu propia familia, el afuera más allá de tu “propia intimidad” con
Dios.
Marcos desafía a sus comunidades, desde la acción concreta de Jesús, a poder ser
agentes transformadores de la realidad que están viviendo. Una realidad signada por la
naturalización de comentarios que, a la mayoría de los cristianos, les son adversos2.

El Evangelio hace del amor de Dios un acto generoso que va más allá de nuestros
propios prejuicios y temores. En todo momento, la respuesta de qué hacer con lo que
hay afuera, se resuelve con lo que se va descubriendo adentro. Que sea una semana donde puedas descubrir lo mejor de Dios en tu corazón para mostrar tu fe en la sociedad
de la cual sos parte. Amén

P. Leonardo D. Félix
Córdoba, febrero de 2012
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